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John Digweed alimentó su leyenda en una PM inolvidable

Puerto Madero se vistió de gala para recibir al mito musical inglés. Fue una fiesta con todas las letras.

Crédito de Foto: Ceci Minassian

Existen varios John Digweed. O acaso sea uno solo, que se transforma según la ocasión. Ese efecto camaleónico enamora y desconcierta a sus seguidores, que antes de concurrir a cada cita con el británico, se preguntan cuál versión les tocará. ¿Será la del fino progresive?¿La oscura y retorcida? ¿O la estridente y disruptiva? Es el truco de un viejo ilusionista que no pierde las mañas. Mucho menos la calidad. El poder de impacto y sorpresa es quizá el as bajo la manga que el colorado se reserva para cada presentación. Estamos hablando del rey del asunto electrónico.

En la última edición de la fiesta PM en Madero Boardwalk, John pareció resumir todas sus facetas en una síntesis perfecta. Variado, ecléctico, hipnótico, denso y fiestero. Cal y arena permanente. Capaz de transicionar atmósferas turbias con alegres subidones, la leyenda Digweed dio un nuevo paso hacia la inmortalidad musical. Los exégetas que intentan describirlo al término de cada presentación todavía apullados buscan sin suerte las palabras que representen semejante obra de arte. Deberían ellos ahorrarse el problema, y la próxima vez solo entregarse a disfrutar de los trucos del mago.

El warm up del argentino Martín García fue una pieza clave del evento que arrancó de día, cruzó la noche y terminó cerca del amanecer. Convocado para telonear a semejante figura en una fecha masiva al aire libre, García se vio obligado a correr sus límites y llevar su música hacia una frontera un poco más bailable. Sin traicionarse, la profundidad de su progressive dio paso a ritmos más movidos. “Un set mas arriba de lo normal”, como él mismo lo caratuló después de entregar las bandejas. La gente lo celebró.

Luego, fue todo Digweed. Otro extended set para el recuerdo. Cinco horas para enterarse de lo que habita más allá del presente. Mucha música nueva del “FUTURO” y algunas perlitas de satisfacción. Una nueva clase maestra. Y otro capítulo de ciencia ficción bailable.

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