Una verdadera fiesta musical desplegó el DJ inglés en Mar del Plata el pasado jueves, en el marco de la gira que trajo de vuelta al país luego de dos años sin tocar en Argentina.
La inmensa diferencia que separa a John Digweed del resto de los mortales que dedican su vida a ejecutar música en fiestas electrónicas quedó evidenciada una vez más. Una atmósfera de ensueño recubrió la playa de Mute durante las cuatro horas de su set, reafirmando su condición de fuera de serie y recordándole a todos quien es el rey del asunto.
Desde las 23:00 horas y hasta las 3 de la mañana que duró su presentación, el colorado desarmó estructuras mentales y activó pensamientos con mensajes oníricos de difícil comprensión. La imposibilidad de encasillarlo en solo un género musical lo desmarcó de su clásica etiqueta de progressive house, adentrándose con autoridad en ráfagas de techno, deep, minimal y techno melódico, todo con su inconfundible sello de música galáctica.
Los jóvenes apiñados en baile sobre la arena de la imponente plaza veraniega Mute danzaron hechizados por el magnetismo de las cuatro gigantescas pantallas LED que repitieron hasta el cansancio solo dos palabras: John Digweed. El embrujo fue completo con tracks como “Mandé” de Franky Wah, “Ladylike” de The Rena, y “Artemisa” de Heik, por citar solo algunos ejemplos que el Shazahm logró decodificar.
El resto fue historia conocida. La emoción de miles de personas que con seguridad supieron estar frente a ese señor que del más allá vino a mostrar el rumbo que tendrá la música electrónica durante los siguientes años en el planeta tierra. Porque John Digweed hay uno solo, y el resto corre de atrás con clara desventaja.
