“Porque ahora vemos a través de un espejo, oscuramente”.
Crédito de la foto: Adrian Swancar
El advenimiento de las redes sociales ha provocado un cambio de paradigma en la industria de la música, brindando a los artistas una plataforma para conectarse con su público de formas sin precedentes. Sin embargo, esta transformación tiene un costo, lo que plantea preguntas importantes sobre la naturaleza y el propósito de la música en nuestra sociedad.
Si bien las redes sociales sin duda han dado a los artistas un mayor control sobre su imagen y marca, también pueden llevar a un énfasis distorsionado en el “paquete”, distorsionando la forma en que consumimos música. Si bien el aspecto visual “siempre” ha sido parte intrínseca de dicho proceso, no cabe duda de que el auge de las redes sociales ha desequilibrado la fórmula, apoyándose aún más en la “estética” de la música. Esto plantea la pregunta: ¿cuál es el verdadero propósito de la música? ¿Es simplemente una mercancía para comercializar y vender, o es algo más profundo, algo que habla de la esencia misma de nuestra condición humana?
Quizás, entonces, el papel de las redes sociales en la industria de la música debería verse como un cuchillo de doble filo, afilado como la mierda. Por un lado, puede ser una herramienta poderosa para que los artistas se conecten con su audiencia, den forma a la dinámica de esa conexión y promuevan su música. Por otro lado, también contribuye a una cultura de superficialidad, estupidez y autopromoción desvergonzada que resta valor al valor innato de la música como medio de expresión emocional y conexión, ya que nos obligamos a estar constantemente presentes de alguna forma. Cuando ponemos nuestra imagen en primer lugar, nos alejamos cada vez más de lo que se suponía que era nuestro “verdadero” propósito como artistas. Por otra parte, tal vez, todos estamos atrapados en este juego, buscando fortuna y fama. Tal vez, eso es lo único que todos adoramos.
En última instancia, la relación entre las redes sociales y la industria de la música es compleja y requiere una cuidadosa consideración. Si bien las redes sociales pueden ser un activo valioso para los artistas, es importante recordar que el verdadero valor de la música no radica en su éxito comercial, sino en su capacidad para tocar nuestras almas y desencadenar emociones. Al acercarnos a las redes sociales con un enfoque consciente y reflexivo, y poner nuestro arte en primer lugar, podemos crear una conexión más auténtica y significativa entre los artistas y su audiencia, y mantener vivo el verdadero propósito de la música en nuestra era digital.