En un mundo revuelto y acelerado, que de a poco va perdiendo los valores en los que se basó la construcción de la sociedad moderna, muchos buscamos rescatar ciertos detalles que nos demuestren que no todo está perdido. En los últimos días la convulsión mundial que significó la muerte de casi todo el plantel completo del Club Atlético Chapecoense en un accidente aéreo cuando se dirigían a disputar la final de la Copa Sudamericana con el Atlético Nacional de Medellín, generó un sin fin de demostraciones de solidaridad -tanto en el ámbito deportivo como por fuera de el- a tal punto que, tras un ferviente pedido del rival con el que iba a disputar la final, pueden llegar a ser declarados campeones. Desde Argentina hasta España se dejó de lado la competitividad deportiva para demostrar que a través de la solidaridad todavía hay esperanzas de rescatar el significado de la convivencia en comunidad. Debemos preponderar los valores en los pequeños detalles, este es el paso necesario para generar los grandes cambios. Es una tarea individual que cada persona debe llevar adelante a través del respeto por el otro.
Los eventos masivos (o donde el espacio es reducido para la cantidad de asistentes) son un claro ejemplo de lo que hasta el momento desarrollamos en este relato. No debemos quitarle responsabilidad a los organizadores ya que en la gran mayoría de los casos la capacidad sobrepasa la permitida. Es aquí donde hordas de gente pasan, caminan y se chocan entre si. Otros bailan a ritmos desaforados, sin importar quienes los rodean. Se recuerda a la escena de hace 10 o 15 años atrás totalmente diferente (obvio no era tan popular como en la actualidad) el “permiso”, “perdón” y “gracias” acompañaban cada beat del track seleccionado por el DJ. Todo comienza en la educación recibida, y no hablo solo de los padres o la formación académica, no. Uno recibe educación en distintos ámbitos, como también puede ser la escena electrónica. “Permiso. Gracias.” se escuchaba a gente mayor a uno en Creamfields 2007. “Perdón” una chica se disculpa por haberme pisado sin intención en Southfest 2005 mientras Sasha y John Digweed hacían un back to back memorable. Todos debemos educar, no por eso estamos obligados a formarnos como formadores, si no con algo tan sencillo como el ejemplo. Gracias.