Dekmantel Records ocupa un lugar único en el panorama contemporáneo de la música electrónica: un sello que se siente a la vez canónico y visionario, respetuoso del pasado pero fundamentalmente inquieto en la búsqueda de nuevas formas. Nacido de la escena underground de Ámsterdam en 2009, el sello a menudo queda a la sombra de su hermana mayor —el ampliamente aclamado Dekmantel Festival—. Sin embargo, en los surcos de sus discos se puede rastrear una línea de exploración que va mucho más allá de la pista de baile.
La historia de Dekmantel comenzó como muchas grandes iniciativas en la música electrónica: con amigos y una idea. A mediados de los 2000, Thomas Martojo y Casper Tielrooij empezaron a organizar noches íntimas en clubes de Ámsterdam, con un profundo respeto por el techno de Detroit, el house de Chicago y la electrónica experimental. Sus elecciones en la programación —con nombres como Robert Hood, Moodymann y Theo Parrish— rápidamente cultivaron una audiencia local ávida de algo más allá del minimalismo genérico que dominaba las pistas europeas de la época.
Fue a partir de esta energía que surgió Dekmantel Records. En lugar de ser solo una extensión de la marca del festival, el sello se convirtió en un ecosistema curatorial propio, basado en la creencia de que la música de club podía ser presentada con el mismo cuidado y consideración que suele reservarse para el formato álbum. El primer lanzamiento, un 12″ de Juju & Jordash, marcó la pauta: en vivo, táctil y crudo. Esa estética —imperfecta en el mejor sentido— se convertiría en una fuerza guía para el sello.
En la siguiente década, Dekmantel Records se transformó en un hogar confiable para un grupo creciente de talentos internacionales. Aunque su sonido nunca se ha adherido a un solo género, el catálogo del sello mantiene una línea clara: la música dance como un espacio de exploración. Este espíritu ha atraído a artistas como Upsammy, Palms Trax, Parrish Smith, Donato Dozzy, Bufiman, Robert Hood y Lena Willikens, cada uno ofreciendo una perspectiva única que, de alguna manera, sigue sintiéndose inconfundiblemente “Dekmantel”.
Parte de lo que hace al sello tan atractivo es su relación no jerárquica con los artistas que publica. No hay ningún complejo de superestrella ni se apoya en la fama algorítmica. Los productores emergentes reciben la misma plataforma y cuidado que los veteranos de la industria, y se fomenta activamente el desarrollo de relaciones a largo plazo. Esto ha permitido que el sello desarrolle no solo un sonido, sino una constelación de voces que reflejan la diversidad y dinamismo de la cultura global de clubes. Es quizás uno de los pocos sellos donde un disco cálido y basado en hardware puede coexistir cómodamente junto a una deconstrucción techno angular o un álbum minimalista de ambient —y aún así resultar coherente.
La identidad visual ha evolucionado en paralelo. Desde su minimalismo inicial en blanco y negro hasta las carátulas más estilizadas y matizadas de hoy, hay una atención estética claramente deliberada y contenida. En muchos sentidos, la producción visual de Dekmantel refleja su ethos sonoro: trabajada, limpia, pero nunca estéril.
Aunque Dekmantel Records mantiene un ritmo constante de EP’s y álbumes, también se ha convertido en plataforma para proyectos más ambiciosos. Su sub-sello UFO —dedicado a un techno más oscuro y experimental— fue recientemente anunciado para relanzamiento, prometiendo un regreso al lado más sombrío e industrial del espectro. Mientras tanto, la serie de compilaciones “Selectors”, aunque actualmente en pausa, ha funcionado históricamente como un medio para canonizar los gustos curatoriales de DJs como Marcel Dettmann y Young Marco, ofreciendo una mirada profunda al ADN artístico de la marca.
Gran parte de la trayectoria actual del sello está moldeada por Interstellar Funk (Olf van Elden), quien asumió su dirección en los últimos años. Asociado de larga data al universo Dekmantel, su involucramiento se siente menos como un cambio de guardia y más como una extensión orgánica. Su enfoque mantiene la filosofía fundacional del sello mientras expande su alcance, introduciendo nuevos artistas, facilitando colaboraciones especiales basadas en presentaciones en vivo y vinculando los lanzamientos con iniciativas culturales más amplias, desde shows audiovisuales hasta box sets archivísticos.
Este pensamiento multidimensional se vuelve cada vez más vital a medida que el rol de los sellos discográficos sigue cambiando en la era digital. Con los servicios de streaming dominando los hábitos de consumo y los artistas cada vez más empoderados para autoeditarse, muchos sellos han perdido relevancia o colapsado bajo su propia inercia. Dekmantel, en cambio, ha apostado por su capital cultural. No como un legado en el que descansar, sino como una plataforma desde la cual evolucionar.
Aún así, se resiste a una clasificación sencilla. No es exclusivamente enfocado en clubes, ni completamente experimental. No sigue las modas de microgéneros, pero siempre parece estar en diálogo con lo actual. Quizás porque Dekmantel Records nunca ha buscado representar una escena tanto como una sensibilidad. Es un sello impulsado por la curiosidad, no por el comercio —una rareza en una industria cada vez más gobernada por métricas de visibilidad y lógica de mercado.
Hoy, mientras el Dekmantel Festival celebra más de una década de existencia, el sello continúa construyendo silenciosamente un archivo que traza las muchas permutaciones del futuro-presente de la música electrónica. Cada lanzamiento es no una instantánea, sino un gesto hacia la comunidad, hacia la historia y, lo más importante, hacia lo desconocido.
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