Cuando comencé a pensar en lo que podía escribir sobre la presentación de The Chemical Brothers en la tercera noche del festival Estéreo Picnic el pasado 25 de marzo, lo primero que pensé fue que iba a ser una tarea compleja describir lo que viví aquella noche junto a decenas de miles de personas viendo un show que es el resultado de 25 años de un desarrollo continuo, tanto en lo técnico como en lo práctico, desde lo digital y hasta lo analógico.
Crédito de la foto: Estéreo Picnic Festival / Facebook
Una experiencia multisensorial psicodélica y alucinante que busca comunicar emociones que se conecten al máximo entre quienes viven un viaje a través de la comunión del espíritu rave con la gran cantidad de éxitos que atesora la discografía de un proyecto que deja bien claro que hoy desde la electrónica en las grandes tarimas también se puede lograr lo mismo que Jimi Hendrix logró hace años, sin necesidad de encender en llamas una guitarra.
Más de dos décadas lleva el duo de Manchester desarrollando lo que hoy es considerado como el acto más importante de la música electrónica en vivo, junto a la dupla de directores Smith & Lyall, quienes son los responsables en la tarea de acompañar en las visuales y las luces a Ed Simmons y Tom Rowlands. Un show que tuvo lugar en el Campo de Golf Briceño 18 en la ciudad de Bogotá y que formó parte de su primera parada este año teniendo como antecesor el show en diciembre en el mítico Printworks de Londres, y como predecesor su presentación este año en el festival Coachella de California. Lo que hace de esta crónica, una historia casi calcada de lo que son los shows que tienen este año los hermanos químicos.
A eso de las 11:30 de la noche, el escenario principal del Festival Estéreo Picnic estaba totalmente abarrotado de personas esperando lo que sería el acto principal del día sábado. Durante la espera, de fondo se escuchaban canciones dub y trip hop bastante elegantes y con bajos súper gruesos que calmaban la ansiedad y la emoción contenida por un público que sabía que ese sábado en la noche no iba a ser igual a cualquier otro. De ese momento recuerdo haber reconocido un par de ellas, el clásico del big beat “Bentley’s Gonna Sort You Out” de Bentley Rythm Ace, y “Set It Off” de Harlequin Fours.
Llego el momento en que se apagaron las luces y lo primero en sonar fue “Song to Siren” de su primer disco “Exit Planet Dust”, seguido del himno “Block Rockin Beats”, del disco que este año cumple 25 años, “Dig On Your Own Hole”. No habian pasado ni 5 minutos desde el inicio del show y ya los Chemical tenian a toda la muchedumbre enardecida y sorprendida de escuchar canciones de sus primeros discos, dando por sentado que sería un recorrido por toda su discografía sin dejar a un lado los clásicos; la experiencia de conocer los personajes que protagonizaban los visuales ya comenzaba con la voz del rapero Q-tip en “GO”, personajes generados por CGI fusionados con elementos de la vieja escuela de los vjs ravers como cintas de películas quemadas y rayadas se alternaban entre sí durante los primeros temas.
No fue sino hasta que sonó “MAH”, ya la cuarta canción, que descubrimos que los personajes de los videoclips tomarían también un protagonismo clave a medida que se presentarían sus respectivas canciones. En “MAH”, el payaso macabro nos dejó encegecidos cuando apuntó con sus manos al público y desde sus dedos salieron rayos lásers al momento que estalló la canción y por primera vez en el show las luces ubicadas detrás de las pantallas leds perforaron con su intensidad a las visuales, haciendo del show una experiencia multidimensional en la que las luces formaban parte de lo que sucedía en las visuales y viceversa. Por momentos, las luces representabas celdas y los personajes en las pantallas trataban de escapar de ellas, por otros eran los lásers los que salían disparados directo al público desde pistolas que llevaban los personajes de los visuales, algo jamás antes visto en un show de electrónica. Todo perfectamente sincronizado con la interpretación en vivo de The Chemical Brothers, que desde su trono modificaban los samples de sus canciones, hacían de los efectos una herramienta de improvisación en vivo que dependía de la reacción del público, y todo sin dejar espacio para el silencio, siguiendo la estructura de un DJ set pero desde el live act.
Darkness_generic_60.mov from marcus lyall on Vimeo.
No se cumplía todavía el primer cuarto de hora y ya estaba sonando la nueva canción de los hermanos, “No Reason”, con su magnífico video en todas las pantallas, para luego mezclarlo con una de las canciones que mayor euforia generó, “Hey Boy, Hey Girl”. Ya el ambiente era de total euforia y descontrol porque no se podía creer que apenas el show comenzaba y la energía estaba a tope, lo que emocionaba mucho más entendiendo que esto era el inicio del show.
La segunda parte del setlist del show vino bastante cargada de las líneas de sintes más ácidas que tiene el repertorio del duo británico. Durante alrededor de 30 minutos, hicieron un recorrido de alto octanaje por temas con el clásico sonido big beat químico como “Eves of Destruction” con la colaboración de Aurora y “Setting Sun” con Noel Gallagher, para luego regresar al breakbeat más funky con “Got To Keep On”. A partir de ese momento, The Chemical Brothers transformaron el show de algo sumamente estridente y ácido, casi llegando a ser un show de rock electro en el que hicieron aparición un par de robots gigantes de hojalata que estaban guindados y bailaban siendo movidos a través de cables, disparando lásers directamente desde sus ojos, lo cual fue, sin duda, de los momentos más divertidos de la noche.
La belleza que nos daba respiro llego cuando comenzaron a sonar las voces de muchos personajes reconocidos por sus participaciones especiales. Dejaron caer primero la interpretación en directo de “Wide Open”, con la voz de Beck, para luego ser mezclada con las líneas de bajo de “Golden Path” con Wayne Coyne, de The Flaming Lips. Cuando ya esto parecía un concierto de indie rock, regresaron a sus sonidos originales antes de que olvidáramos que estábamos en una fiesta rave gigante. Esta vez, con la voz del cantante Bernard Summer en “Out Of Control”, que era mezclada al mismo tiempo con pasajes de “Do It Again”, dieron paso a un tributo hermoso para, justamente, la banda de este cantante, New Order. Se interpretaron pasajes de “Temptation” que tenían los claps de “Star Guitar”, y todo esto al mismo tiempo generaba una explosión de alegría con algo de nostalgia porque llegaría el final. El hecho de escuchar 4 canciones geniales divididas por elementos característicos que nos llevaban al climax fue impresionante, mientras que en todas las pantallas estaballan luces enceguecedoras rojas y amarillas, vaticinando el final de un show con la guitarra de “Star Guitar”. El momento más “shoegazer” de la noche parecía terminar aterrizando toda la emoción con The Chemical Brothers por primera vez, siendo iluminados para ser vistos alzando los brazos y juntando sus manos a modo de agradecimiento.
Y cuando todo apuntaba a que sería el final, llegó un cierre tan descomunal como estruendoso con “Galvanize”, una canción que engloba bien lo que hoy en día es The Chemical Brothers. Un dúo que llevó al big beat a un lugar sagrado en el mundo de la electrónica, mezclando el hip hop con la electrónica y el rock, con un show en vivo que reinterpreta sus canciones despertando emociones y sentimientos que nutren tanto al artista detrás de los instrumentos digitales y analógicos, como a quienes están frente a ellos bailando con el cerebro sobre-estimulado sin necesidad de ninguna ayuda extra, impulsados por su mezcla multisensorial de historias audiovisuales contadas por medio de canciones que definen el recorrido de 3 décadas haciendo la mejor electrónica en vivo que se puede escuchar hoy en día.