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El mito de Paul Kalkbrenner se convirtió en leyenda

La Juanita Projects celebró el décimo aniversario de la fiesta PM Open Air con un emocionante show del alemán en tierras argentinas.

Crédito de la foto: PM Open Air / Gonzalo Lopez / Esteban Salino Tarditti / Sean Perkins

La pasión ardiente reflejada en la película “Berlin Calling” cautivó hace varios años a millones de curiosos que a través de esa historia pudieron adentrarse en las mieles y los suburbios que una estrella de la electrónica puede experimentar durante su camino al éxito. El pelado protagonista de ese film se presentó el sábado pasado en la renovada fiesta PM Open Air y el resultado fue avasallador: estricta calidad de sonido, comodidad en un predio moderno y funcional y un Paul Kalkbrenner inspiradísimo de principio a fin.

PM Open Air fue durante mucho tiempo de las fiestas más importantes de Buenos Aires. El holding La Juanita Projects adquirió la marca durante la pandemia, le aplicó un branding muy efectivo y anunció la celebración de los 10 años de vida del formato. Un grupo joven que trabaja con frescura en ajustar cada uno de los detalles para que el resultado final sea una experiencia superadora. En ese contexto se dio el desembarco del productor nacido en Lepzig, que agotó las entradas a más de una semana del evento. Los argentinos Soundexile fueron los encargados de telonear a la figura mundial. El habitual progressive del dúo pareció trastocarse para encarnar un estilo más similar al de Paul, introduciendo muchas vocales, electro house y bombas progres que calentaron la pista con mucho nivel.

Kalkbrenner representa la figurita difícil en el álbum de la escena para bajarlo en países lejos de Europa. De allí la expectativa fenomenal que se inició desde el mismo día del anuncio. Su live act es de las funciones más esperadas en todos los ricones del mundo, incluso el artista alemán es cabeza de lista en cada festival al que es convocado. Todo esto fue comprobado en Argentina pasada la medianoche de sábado, cuando el artista irrumpió en el escenario de Puerto Madero y provoco un ensueño de tres horas, una más que lo anunciado. Magnético y lleno de energía, el público no le sacó la mirada mientras bailó sin parar su danza de techno house, imantado por la historia y la electricidad que irradia su figura.

A las 12 el sonido se apagó y un interludio de música clásica sintetizada llenó de magia el predio costero. Con la concesión que solo un gigante puede darse, durante 15 minutos solo se escucharon acordes tenues, como una propuesta de enjuagar la escena y preparar el alma y los oídos. La masa, en ebullición. Y allí Kalkbrenner asaltó la tarima con un juego de luces inolvidable para comenzar su impecable historia musical. Clásicos de su película famosa, sus últimas novedades como “Si Soy Fuego” y perlitas emocionantes que fue soltando durante la madrugada. Su cara, gigante proyectada en la enorme pantalla, haciendo caras de esfuerzo y manteniendo siempre una sonrisa de disfrute. La misma que tuvieron dibujada los miles de jóvenes mientras lo vieron tocar su poesía sonora.

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