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Artista del mes: Bicep

Nacidos de la amistad, la obsesión y el amor compartido por discos olvidados, Bicep se han convertido en uno de los grupos más distintivos y emotivos de la música electrónica contemporánea. El dúo de Belfast (Andy Ferguson y Matt McBriar) lleva más de una década perfeccionando su sonido, creando un lenguaje musical que fusiona nostalgia e innovación, raíces underground y reconocimiento internacional.

La historia comienza a mediados de la década de 2000, cuando ambos lanzaron Feel My Bicep, un blog dedicado a redescubrir y archivar temas poco conocidos de house, techno, italo y electro. Lo que empezó como un intercambio privado entre amigos se convirtió rápidamente en un referente para coleccionistas de vinilos de todo el mundo. “Estábamos obsesionados con descubrir discos antiguos y compartirlos”, han comentado en entrevistas anteriores. Esa obsesión por la textura y la historia definiría más tarde la esencia de la música de Bicep: siempre haciendo referencia al pasado, pero nunca limitados por él.

Sus primeras producciones surgieron de esta cultura de descubrimiento: samples antiguos, breaks fragmentados y melodías impregnadas de la melancolía rave de los 90. Para cuando firmaron con Ninja Tune y lanzaron su álbum debut homónimo en 2017, Bicep ya se había consolidado como curadores tanto como productores. Temas como “Glue” y “Aura” capturaban una particular carga emocional: música capaz de emocionar al público de un festival, pero a la vez profundamente personal, con un tono casi cinematográfico. “Siempre nos ha atraído esa sensación de euforia mezclada con tristeza”, explicaron. “Ese tipo de sentimiento difícil de describir, pero instantáneamente familiar”.

Su siguiente trabajo, “Isles” (2021), amplió ese abanico emocional. Compuesto en gran parte durante un periodo de aislamiento, canalizó la dualidad cultural del dúo —la intensidad cruda de Belfast y la profundidad cosmopolita de Londres— en una obra que se sentía a la vez introspectiva y colectiva. “Irlanda es mucho más techno, trance, melódica… Londres es mucho más profunda, con más influencias de sonidos del mundo”, reflexionaron en una ocasión. Esa interacción se convirtió en un elemento central de su identidad: un sonido que se sentía arraigado en el club, pero a la vez trascendente, suspendido en algún punto entre la memoria y el movimiento.

A medida que crecía su público, también lo hacían sus ambiciones creativas. Sus espectáculos en vivo se convirtieron en experiencias audiovisuales totalmente inmersivas, combinando un diseño de sonido complejo con impactantes visuales sincronizados. Esta evolución los llevó a su último proyecto, CHROMA: un nuevo sello discográfico, plataforma de música en vivo e identidad creativa. Concebido como un regreso a sus raíces en los clubes y, a la vez, como un paso hacia un terreno más experimental, CHROMA refleja su instinto de seguir avanzando. “Siempre buscamos nuevas formas de desafiarnos”, han comentado. “Para mantener viva la energía y la curiosidad”.

Sin embargo, en el corazón del éxito de Bicep reside algo más elemental: una fascinación de toda la vida por el ritmo, la melodía y las conexiones invisibles que la música puede crear. Su proceso sigue estando arraigado en la exploración, ya sea sampleando instrumentos de juguete, grabando sonidos de la naturaleza o rebuscando en archivos texturas que despierten emociones. “Cada día nos propusimos el reto de volver a escuchar todo lo que habíamos grabado y grabar material nuevo”, comentaron sobre sus sesiones de estudio. “Buscamos constantemente ese sonido que resulte a la vez novedoso y familiar”.

Hoy, Bicep se erige como un grupo singular capaz de fusionar credibilidad underground con resonancia global. Su música encarna una paradoja: sofisticada y cruda a la vez, introspectiva y comunitaria, nostálgica y vanguardista. No es solo un sonido; es una emoción, destilada a través de años de curiosidad, disciplina y confianza entre dos amigos de toda la vida.

Mientras continúan expandiéndose bajo el sello CHROMA, Bicep se mantiene fiel a la filosofía que los vio nacer: siempre en constante evolución, siempre buscando nuevas ideas. Su trayectoria, desde coleccionistas de discos en Belfast hasta arquitectos de la música electrónica moderna, demuestra que evolucionar no significa abandonar las raíces, sino redescubrirlas continuamente, un ritmo a la vez.

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